De cuatro en cuatro

sábado, 28 de junio de 2008

Me lo mandó Mili, una asidua visitante de la tienda (aunque la tienda tenga dos días).
A ella, gracias por el aporte.
Ahí va...

LA TIENDA DE AMBIGÜEDADES

Si le da vueltas y vueltas en la cabeza a lo ambiguo,
y ni siquiera el continuo de pensar lo soluciona,
ni en el diccionario asoma definición interesante,
sobre este monstruoso arte de vender lo indefinido.

Si se confunde lo ambiguo, con lo que puede ser vago
debe estar atosigado ante semejante problema
de creer una blasfemia lo que vende este buen hombre.
Allí no hay imprecisión… sino duda y confusión.

Si le preocupa la gente que hasta su tienda se acerca
no debe perder la cuenta de los que hasta ahora vio entrar,
saliendo de ese lugar más compungidos que antes
si al buscar la consonante se le ofrece una vocal.

Si más le preocupa el tipo, que está solo y encerrado
pretendiendo, estando errado, dar solución a esas vidas
yo me atrevo, a usted pedirle: no lo imagine “en las vías”,
Franco sabe qué decirle al que nos mira de arriba.

1 repercusiones:

Jorge Mux dijo...

No sé si he estado por aquí.
Pero recuerdo haber comprado algo y luego tuve la duda acerca de si me lo habían entregado o no.
O tal vez no tuve esa duda.
Cuando me pidieron específicamente que deje de ser específico dejé de entender el juego. Luego dejé de entenderlo como un juego. Luego lo olvidé.
Después abrí el paquete que tal vez me entregaron en la tienda y todavía tenía el precio: "Un dineral"
Adentro del paquete había un paquete ambiguo. Un paquete que estaba a medio camino de ser un paquete y de no serlo. Un paquete cuyos límites se confundían con los de la mesa donde lo tenía apoyado.
Ya no supe cómo abrirlo. Y tal vez esa fue la manera de abrirlo.

 
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