Flor de ambigüedad

lunes, 30 de junio de 2008

Para seguir con cuestiones "románticas", algo que sí vendemos en este lugar son las infalibles y nunca bien entendidas Margaritas para deshojar.
Ellas contienen en sí mismas tres posibilidades básicas frente a la persona amada: Me quiere mucho, poquito o nada.
Ahora bien, leyendo el prospecto que viene con estas flores veo algunas curiosidades.
La primera es que lo que se "dehoja" no son hojas, sino brácteas (hojas moficadas con función protectora). Las flores son muchísimo más numerosas y forman la parte amarilla del centro.
Lo segundo es que una Margarita es capaza de entregar dos respuestas vagas y sólo una certera. "Mucho" y "poquito" son vaguedades y "nada" es absolutamente eso: nada.
Además, el prospecto no menciona nada, pero Gúguel dice mucho, sobre la cantidad de "pétalos" que generalmente tiene esta familia de plantas. Algunos especuladores y calculadores (recordemos que los detesto) sugieren la posibilidad de calcular de antemano cuáslñ será la respuesta.
Digo yo: ¿Para qué carajo se gasta uno en sacar pétalo por pétalo si ya sabe en qué termina la historia?
Es claro que es un producto exclusivo de los buscadores de sorpresas.
Vemos, pues, que una margarita es un elemento de discernimiento mucho más complejo que lo que todo el mundo imagina. Sucede que nadie vino a pedir ninguna todavía.
¿Cómo la pedirán? Como "Necesito la respuesta que mi corazón pide" o "Quiero saber, pero a la vez no, qué le pasa a Esteban conmigo"
Escucho pedidos...

No vendemos Amor

Escuchame una cosa, enamoradiza de morondanga:
Dejá de venir a ver si tengo Amor verdadero. En esta tienda no hay amor para vos ni para nadie. Y si lo tuviera, ¡no te lo vendo! …dejaría de ser Amor.

¿Cómo le hago entender a la gente que el amor no es una ambigüedad?
¿Para qué se gastó tanto San Pablo en escribir cosas tan lindas definiendo el amor verdadero?

“El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza de la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.
El amor nunca pasará.[…] Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor.” (
1 Corintios 13 )

Tengo otras cosas que no son amor para ofrecerte:
  • histeria desmedida
  • sexo desenfrendao de una noche
  • sexo desenfrenado de una noche de verano (este lo piden mucho)
  • toco y me voy
  • cualquier cosa te llamo
  • esperame que voy al baño
  • tenemos que hablar
  • ¿y si invitamos a tu hermana?
  • ... y muchas otras cosas más.
Todas expresiones cercanas a lo que el mundo a veces llama amor, pero son ambigüedades o vaguedades.
¿Queda claro, o tengo que poner un cartel afuera?

Con fervor se quiere lo ambiguo


Entró Jorge y preguntó comentando:
"¿Cómo se quiere una ambigüedad? ¿Se trata de un deseo ambiguo, o de un deseo específico de algo ambiguo? ¿O esta pregunta es demasiado específica?"

Veremos si me aproximo a la respuesta.
Querer una ambigüedad, querido Jorge, es un deseo muy especial y resonante en el alma humana. Es el ferviente sentimiento de no querer gastar energía en discernir sobre la forma, modo y calidad en la que se presentan las cosas.

Aparece mucho en personas que gastan sus días en trabajos que exijen mucha responsabilidad y toma de decisiones rápidas y certeras. Al final de cada día, su interior busca relajarse con una gran ambigüedad que no les pida nada. Surgen, así, expresiones del tipo “Ma’ sí! Que se venga lo que sea” o “Se igual”, como diría el Negro Dolina.

Finalmente, se da en el que busca ambigüedades, un doble juego de la libertad: por un lado busca librarse de la presión antes mencionada (esto indica una falta de libertad) y por otro debe esperar ese “lo que sea” con los brazos abiertos (lo que demuestra una libertad mayor aún).

Espero haber respondido en cierto modo, pero nunca totalmente.

De cuatro en cuatro

sábado, 28 de junio de 2008

Me lo mandó Mili, una asidua visitante de la tienda (aunque la tienda tenga dos días).
A ella, gracias por el aporte.
Ahí va...

LA TIENDA DE AMBIGÜEDADES

Si le da vueltas y vueltas en la cabeza a lo ambiguo,
y ni siquiera el continuo de pensar lo soluciona,
ni en el diccionario asoma definición interesante,
sobre este monstruoso arte de vender lo indefinido.

Si se confunde lo ambiguo, con lo que puede ser vago
debe estar atosigado ante semejante problema
de creer una blasfemia lo que vende este buen hombre.
Allí no hay imprecisión… sino duda y confusión.

Si le preocupa la gente que hasta su tienda se acerca
no debe perder la cuenta de los que hasta ahora vio entrar,
saliendo de ese lugar más compungidos que antes
si al buscar la consonante se le ofrece una vocal.

Si más le preocupa el tipo, que está solo y encerrado
pretendiendo, estando errado, dar solución a esas vidas
yo me atrevo, a usted pedirle: no lo imagine “en las vías”,
Franco sabe qué decirle al que nos mira de arriba.

Colectivo

viernes, 27 de junio de 2008


-¿Tendrás un colectivo por ahí?
- Seguro que sí, y si no lo tengo te lo mando a pedir. Dame dos minutos.

No me quedaban más, pero agarré el teléfono y llamé al Paque Nacional Los Alerces.

- Te llega en dos semanas.
- Listo, paso.

Así fue: llegó una arboleda completa: un adjetivo colectivo.

Frase


La profesora necesitaba una frase ambigua.

-"Todo, absolutamente todo, es relativo"

Sonrió y se fue.

No le cobre nada. No supe ponerle precio.

Doble mano

Hoy vino uno haciéndose el vivo. Casi lo echo a patadas en el culo.

Entra y me dice "vengo porque mi novia quiere una cosa larga". Al toque me di cuenta que era un doblesentidista.

El problema fue que yo ya la tengo clara con estos. Se creen que hablan ambiguamente, en dos sentidos, pero no, hablan en uno solo: el sentido sexual. ¡Y eso no es ambigüedad! No sé ni por que le dicen dobe sentido a eso.

Mejor deberían decir "hablar en un solo sextido".

Respecto al petitorio de mi indeseado cliente, me callé la boca y lo mandé a la casa con una escoba de tres metros veinte. Se la cobré carísimo.

Vender a la velocidad de la luz

- Buenos días
- Buenos días, señor.
- Esteee... anoche se me cortó la luz en casa. Necesitaría una luz de emergencia.
- Perfecto ¿Qué color la prefiere?
- ¡Ah, vienen en diferentes colores! Amarilla, entonces.
- Espéreme que voy a buscarla.


Así terminé de vender la última vela amarilla que me quedaba esta semana.

Los clientes


Ustedes se preguntarán qué tipo de personas vienen a la tienda (puede que no se lo pregunten, pero no me importa, tengo ganas de escribirlo)

Se acerca gente de todo tipo, no tenemos un consumidor tipo, por lo que nuestro target es amplísimo.

Eso sí: los verdaderos clientes son los buscadores de sorpresas. Esos que vienen, piden su ambigüedad o vaguedad y no ponen peros, aceptan lo que les fue dado, pagan, agradecen y se van. Son mis preferidos, pero también vienen los pesados, los cuestionadores o los aclaradores. ¿Para qué vienen? No lo sé. Estimo que alguien más los debe haber mandado a hacer las compras.

Si se da una vueltita por la tienda, hágame caso: pida algo y déjese sorprender.

Ambigüedades y afines


La gente ya empezó a pedir cosas que no podía ofrecerle, y es que creo que con el tema de las ambigüedades me volví un poco específico.
Algunos me piden, por ejemplo, "alguna cosa" o "mucho frío", por lo que decidí poner una sección con Vaguedades.

Así que ya sabe, señor, señora:

Todo lo vago ya llegó a la Tienda de Ambigüedades (y afines)!!!.
Límites mal definidos, disparates lingüísticos y escaparates cotidianos.

La cosa es que vendemos cosas (también hay cosos y cositos)

Tenemos de todo

jueves, 26 de junio de 2008



Vino el pibe de acá a la vuelta pidiendo una ambigüedad. Menos mal porque otra cosa acá no hay.
El tema es que quería que fuera importada y blanca.

No se crean que es fácil encontrar especificidades en el depósito. Tengo todo ordenado pero voy cambiando constantemente de criterios de ordenamiento, así que alguien que no entiende podría decir que está desordenado.

Busqué, revolví y encontré la ambigüedad importada y blanca: un monaguillo comunista europeo.

Otro cliente satisfecho.

"Eso" no se dice



Ayer vino una señora y la muy sinvergüenza me miró y me dijo "Yo ya sé que esta es la tienda de ambigüedades", a lo que yo respondí que la felicitaba. Acto seguido saca de su bolsillo la mano derecha, cierra el puño, extiende el dedo índice y señalando una ambigüedad dice "Quiero eso".

- ¿Cómo se llama, señora?
- Lidia
- Lidia, acá no puede venir a señalar tan decidida las cosas porque se estropean. Si sigue haciendo eso dejan de ser ambigüedades para ser algo definido, ¿entiende? Ahora me va a tener que pagar lo que señaló, ya perdió todo su valor ambiguo.


La vieja se recalentó y se fue.

Esto me da que pensar dos cosas: poner un cartel que diga ""Eso" no se dice" o "El que señala paga" y que no tengo que tener todo a la vista porque la gente se tienta a decidirse.

El día que nos encontraron


Las primeras tres semanas estuvimos solos tomando mate todo el día porque la gente no estaba muy segura de dónde quedaba la tienda. Se corrió el rumor de que había una pero nadie se animaba a dar un dato preciso. "Creo que abrieron una", "Puede ser que sí, pero no sé", los decididos se animaban más a decir "Sí" o "No, no... de ninguna manera".

La cuestión es que uno una vuelta entró a preguntar la hora.

- Disculpe, ¿Tiene hora?
- Puede ser
- ¿Cómo "puede ser"?
- ¿Cómo puede ser? Puede ser tarde o temprano, depende.
- Estimo que es temprano.
- ¿Para qué, señor?
- ¡¿Y a "usté" qué le importa?!
- Usted es el que preguntó la hora.
- Sí, es que se me hace tarde.
- ¿No dijo que era temprano?
- Sí, pero ya deben haber cerrado...
- ¿Qué cosa?
- La tienda de ambigüedades.
- Tranquilo, amigo, ya llegó.

El tipo se quedó tranquilo y ahí pude explicarle que tarde o temprano se llega a este lugar.

 
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